jueves, 9 de mayo de 2013

¡ Qué curioso!

Hoy en día parece que están de moda los juicios: que si no se quién está implicado en tal caso, que si se le acusa de robo...

No entiendo mucho de derecho, lo que sí sé es que lo hemos heredado de los antiguos romanos, como casi todo y no iba a ser menos el lenguaje específico.
En un juicio la persona acusada tiene que testificar, os explicaré el curioso origen de está palabra.

Testificar proviene del latín testificare, compuesto de testis (testigo) y facere (hacer). Lo curioso es que a la hora de declarar, los romanos se tocaban los testículos con la mano derecha como símbolo de estar diciendo la verdad. Si os fijáis, la palabra testículo se parece mucho a testificar.
¡Pues claro! no puede ser de otro modo. A raíz de esta costumbre estos se denominan así: testigo de virilidad como dice Joan Corominas en su libro Breve Diccionario etimológico de la lengua castellana. 
Pues ya lo sabéis, a los romanos les iba de maravilla con esta acción. Jajaja

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